Hace 5 años nos encontramos con la cámara en mano y desde entonces hemos estado capturando momentos juntos. Flor, con su habilidad para encontrar belleza en lo cotidiano, y Tonchi para documentar cada emoción, lo que hace que formemos un buen equipo.
Nos esforzamos en buscar y capturar la esencia de su boda y de cada uno con un estilo documental y espontáneo, donde cada foto cuenta una historia. Esos momentos genuinos de risas, lágrimas y abrazos que hacen que su día sea único.
Queremos que cada foto que tengan, tenga el poder de transportarlos de vuelta a ese día y que puedan revivir todas las emociones que experimentaron. Merecen tener un registro auténtico, algo que puedan atesorar y compartir con los suyos.
Estamos emocionados de ser parte de su día y de capturar cada momento mágico que se presente.
Desde niña me fascina la fotografía, siempre me gustó sacarme y sacarle fotos a personas.
Cuando tenía 8 años a escondidas le agarraba la cámara a rollo a mis padres para sacar fotos por ahí sin buscar un resultado, el hecho de tener una cámara en mis manos, era suficiente.
Cuando crecí la fotografía me encontró a mi y desde ahí no puedo imaginar mi vida sin ella.
Al descubrir el mundo de las bodas, me di cuenta que mi sensibilidad y la energía que corre ese día, estaban conectados.
Ser la responsable de registrar el día más importante para las parejas y dejarles un lindo recuerdo, que a lo largo de los años revivan cada momento de ese día y les genere el mismo sentimiento que la fotografía me genera a mi.
Agradezco a la vida que la fotografía me haya encontrado para encontrarme con el amor ajeno.
Soy videógrafo de bodas y me encanta registrar la historia de cada pareja y poder aportar mi granito de arena para que ese recuerdo sea único y para siempre.
Mi conexión con el video tiene que ver con el conjunto de experiencias a lo largo de la vida, de chico siempre fui apasionado por la música. De niño mi madre me inscribió en un conservatorio para aprender a tocar batería, y desde ahí cualquier sonido me volvía loco.
A los 18 años decidí estudiar fotografía, y al hacerlo experimente ese mismo sentimiento que había descubierto siendo niño con la música, esa sensación de aprendizaje sin un fin, todo un mundo y un lenguaje nuevo por descubrir.
Luego de estudiar y ejercer profesionalmente la fotografía por 5 años, empezó la curiosidad por lo audiovisual, me di cuenta que podía mezclar mis dos pasiones, y así seguir jugando.
Diseñado por Atlántico Estudio